NOTICIAS: COMUNICADOS DE PRENSA 2014

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COMUNICADO DE PRENSA

> Observaciones introductorias del Director General de la OMC Roberto Azevêdo


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> Publicación del Informe sobre el Comercio Mundial 2014

En el Informe sobre el Comercio Mundial 2014 se afirma que la OMC ha permitido a los países en desarrollo aprovechar esas cuatro tendencias, adaptarse a ellas y mitigar los riesgos que entrañan. Ese resultado se ha logrado garantizando que los países contrajeran compromisos vinculantes que aumentan la certidumbre sobre sus políticas comerciales, ofreciendo flexibilidades que permiten que los países en desarrollo contraigan más fácilmente esos compromisos, y facilitando asistencia técnica para crear capacidad comercial en esas economías.

Además, se constató que los países que llevaron a cabo reformas sustanciales en el marco de la adhesión a la OMC aumentaron su ritmo de crecimiento en el 2,5% aproximadamente, durante los años subsiguientes, según indica el informe.

En el Informe sobre el Comercio Mundial 2014 se identifican estas cuatro tendencias:

    — el auge del mundo en desarrollo;

    — la expansión de las cadenas de valor mundiales;

    — el aumento de los precios de los productos básicos; y

    — el alcance cada vez más global de las crisis macroeconómicas.

“Hemos entrado en una nueva era de la relación entre el comercio y el desarrollo”, dijo el Director General Roberto Azevêdo en la presentación del informe. “Impulsadas en gran medida por el comercio, algunas economías en desarrollo han realizado avances significativos en los últimos años, pero queda aún mucho por hacer para acortar distancias en el caso de numerosas economías pobres.”

“El potencial del comercio para apoyar el desarrollo aún no se ha hecho realidad totalmente,” continuó. “Sin embargo, las nuevas tendencias que se destacan en el informe indican que el comercio será un factor de gran importancia para el desarrollo en el siglo XXI. Por ello, la labor de la OMC es hoy más importante que nunca. Debemos seguir profundizando nuestra comprensión de estas cuestiones para asegurarnos de que los países en desarrollo puedan cosechar los beneficios del comercio más plenamente en los próximos años.”

El informe muestra de qué forma el comercio ha contribuido significativamente al desarrollo económico sin precedentes que se ha producido desde 2000. El comercio ha permitido a muchos países en desarrollo aprovechar las oportunidades creadas por los nuevos mercados emergentes, integrarse en el mercado mundial a través de las cadenas de valor mundiales con menos costos, y recoger los beneficios del aumento de los precios mundiales de los productos básicos.

La OMC ha sustentado estos progresos proporcionando seguridad y, de ese modo, creando un entorno previsible que ha hecho posible la expansión de la actividad económica. Además, ha ayudado a frenar el proteccionismo como respuesta a la mayor crisis económica de los 70 últimos años, contribuyendo así a preservar las mejoras económicas logradas por los países en desarrollo en el pasado reciente.

En el prefacio del informe, el Director General Roberto Azevêdo dice lo siguiente:

“En diciembre de 2013, los Miembros de la OMC tomaron en Bali una serie de decisiones que, cuando se apliquen, ayudarán a los países pobres a poner en práctica su potencial exportador y mantener el impulso de desarrollo creado en el pasado decenio. Además, los ministros de comercio encargaron a los Miembros de la OMC la elaboración de un programa de trabajo posterior a Bali sobre las cuestiones restantes del Programa de Doha para el Desarrollo para finales de 2014. Al tiempo que se muestra cómo ha cambiado la relación entre comercio y desarrollo desde el comienzo del milenio, en el presente informe se ofrece materia de reflexión para los Miembros de la OMC. En sus páginas se insiste en la importancia de nuestra labor de actualización de las normas, disciplinas y flexibilidades de la OMC y se describen algunos de los problemas que hemos de resolver para lograr que todos los países participen plenamente en la economía mundial en los próximos años y que las personas de todo el mundo puedan sentir los beneficios del comercio en la mejora de sus vidas y en las perspectivas de sus familias y comunidades.”

 

Aspectos destacados del informe

Auge del mundo en desarrollo

El nivel de ingresos de los países en desarrollo ha registrado un movimiento de convergencia con el de los países ricos. Desde 2000, el PIB per cápita ha aumentado en el 4,7% en los países en desarrollo, con resultados especialmente notables en el caso de los países en desarrollo miembros del G-20. Por su parte, los países desarrollados sólo crecieron un 0,9%. En consecuencia, los países en desarrollo representan ahora más de la mitad de la producción mundial (en términos de paridad del poder adquisitivo).

El aumento del PIB per cápita ayuda a alcanzar otros objetivos sociales, como la reducción de la pobreza y la protección del medio ambiente. Dado que existe una vinculación entre la expansión del comercio y la aceleración del crecimiento, el comercio puede facilitar el logro de esos objetivos.

El aumento del comercio ha sustentado estas ganancias de ingresos. La participación de los países en desarrollo en el comercio mundial ha aumentado del 33 al 48% desde 2000.

A lo largo de los dos últimos decenios, los países en desarrollo en su conjunto han reducido los aranceles NMF, lo que ha permitido esa expansión del comercio. En promedio, las reducciones de los aranceles NMF han sido mayores en los países en desarrollo del G-20.

 

Mayor participación de los países en desarrollo en las cadenas de valor mundiales

Los países en desarrollo participan cada vez más en las redes internacionales de producción, en particular a través de las exportaciones de servicios. Más de la mitad de sus exportaciones totales, en términos de valor añadido, guardan ahora relación con las cadenas de valor mundiales. Las vinculaciones sur-sur de las cadenas de valor mundiales son cada vez más importantes, y la porción del comercio entre países en desarrollo basado en esas cadenas se ha cuadruplicado en los 25 últimos años.

Las cadenas de valor mundiales constituyen una oportunidad para integrarse en la economía mundial con un costo menor. La participación en las cadenas de valor mundiales puede propiciar el aumento de la productividad mediante transferencias de tecnología y conocimientos. Los países con mayor participación en esas cadenas han logrado tasas de crecimiento más elevadas.

Sin embargo, los beneficios de la participación en las cadenas de valor mundiales no son automáticos. Muchos países en desarrollo se incorporan a esas cadenas llevando a cabo tareas poco especializadas en que el valor añadido es escaso, y lograr el paso a tareas de mayor valor puede ser difícil.

Los países con un entorno empresarial favorable y aranceles bajos participan en mayor medida en las cadenas de valor mundiales. Además, las cadenas de valor mundiales favorecen la concertación de acuerdos de “integración profunda”: más del 40% de los acuerdos de libre comercio actualmente en vigor contienen disposiciones sobre política de competencia, inversiones, normas y derechos de propiedad intelectual.

Entre los obstáculos a los que se enfrentan los países en desarrollo que tratan de participar en las cadenas de valor mundiales figuran las barreras infraestructurales y aduaneras. Por ello, debe seguir siendo prioritario orientar los recursos de la Ayuda para el Comercio al logro de estos objetivos.

 

Aumento de los precios de los productos básicos

Los precios de los alimentos, de la energía, de los metales y de los minerales se han duplicado aproximadamente desde 2000. Aunque los precios han vuelto a bajar de estos máximos históricos, la fuerte demanda de los grandes países en desarrollo es una razón sólida para creer que es probable que los precios se mantengan altos.

Los desafíos y las oportunidades derivados de los precios altos varían de forma significativa entre los distintos países. En numerosos países en desarrollo, el sector agrícola es importante para el empleo, la producción y el consumo. Esto sugiere que la agricultura desempeña un papel importante en las estrategias de desarrollo del mundo en desarrollo. Sin embargo, los precios altos plantean desafíos para los importadores netos de esos productos.

Desde 2000, los países en desarrollo han aumentado su participación en las exportaciones agrícolas mundiales del 27% al 36%, pero sus exportaciones siguen tropezando con los obstáculos tradicionales al acceso a los mercados, tales como aranceles y subvenciones, y las medidas no arancelarias cobran cada vez más importancia.

El comercio de recursos naturales ha crecido también vigorosamente, no sólo en valor sino también en cantidad. Varios países ricos en recursos han logrado altas tasas de crecimiento como consecuencia de ello, pero las repercusiones sociales y ambientales de la extracción de recursos naturales, así como la diversificación económica, siguen siendo problemáticas.

 

Mayor sincronización y globalización de las crisis macroeconómicas

El valor del comercio mundial disminuyó en más de un 30% en sólo unos pocos meses, como consecuencia de la crisis económica mundial. El hundimiento del comercio en 2008-2009 y su rápida recuperación posterior revelaron la dependencia de las economías en desarrollo de los procesos cíclicos originados en las grandes economías desarrolladas. La sincronización de fases descendentes y ascendentes en todo el mundo puso de manifiesto la fuerte interconexión de las economías a través de los vínculos comerciales y financieros, y en particular la importancia de las cadenas de suministro en la propagación de las crisis y la importancia de la financiación del comercio, que se había agotado.

A pesar de haber sufrido la mayor recesión económica desde el decenio de 1930, el mundo no ha presenciado una repetición del proteccionismo a gran escala que caracterizó a aquella época. Entre otras explicaciones figuran la existencia de un conjunto de normas comerciales multilaterales, la eficacia de las medidas de vigilancia de la OMC, la previsión por los países de los efectos contraproducentes del proteccionismo en el marco de su participación en las cadenas de valor mundiales, y la respuesta macroeconómica a la crisis, coordinada a nivel internacional.

 

La OMC y el desarrollo

La OMC ha favorecido los progresos realizados por numerosos países en desarrollo al permitirles sacar provecho de las cuatro tendencias descritas en el informe, adaptarse a ellas y mitigar los riesgos que conllevan. Ese resultado se ha logrado a través de los compromisos vinculantes, las flexibilidades, la asistencia técnica y la infraestructura institucional de la OMC.

Los compromisos asumidos en el marco de la OMC son importantes para que los países en desarrollo promuevan su comercio y desarrollo. Se ha constatado que los países que han emprendido reformas sustanciales en el contexto de la adhesión a la OMC han aumentado su ritmo de crecimiento en el 2,5%, aproximadamente, durante los años subsiguientes. Al mismo tiempo, los países en desarrollo necesitan flexibilidades, ya que sus circunstancias económicas pueden disminuir su capacidad para cumplir las obligaciones adquiridas.

El desarrollo es un objetivo fundamental de la OMC. El acuerdo alcanzado en la Conferencia Ministerial de Bali en diciembre de 2013 es un avance positivo en el logro de ese objetivo, y ofrece muchas oportunidades a los países en desarrollo. Será importante seguir avanzando en el programa posterior a Bali para lograr que el comercio sea un instrumento más eficaz de desarrollo.

Las cuatro tendencias muestran que el comercio es uno de los factores esenciales que hacen posible el desarrollo. El comercio ha desempeñado una función esencial para sacar a millones de personas de la pobreza en los últimos años, y ha contribuido al logro de muchos de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) de las Naciones Unidas. La OMC y sus normas deben considerarse parte integrante del entorno necesario para llevar a cabo el programa de desarrollo posterior a 2015.

 

Observaciones introductorias del Director General de la OMC Roberto Azevêdo

Buenos días a todos. Bienvenidos a la OMC. Y muchas gracias por estar aquí esta mañana.

Es para mí un placer presentar oficialmente el Informe sobre el Comercio Mundial 2014.

Para empezar, doy las gracias a Robert Teh y su equipo por la ardua labor realizada. He seguido de cerca el proceso y he visto con cuánta dedicación y empeño han trabajado. Así que muchas gracias, y enhorabuena por este excelente informe.

A mi juicio, este es un documento muy importante.

El Informe aporta nuevas e importantes pruebas del papel esencial que desempeña el comercio en la tarea de apoyar el crecimiento económico y el desarrollo.

De hecho, creo que hemos entrado en una nueva era en la relación entre el comercio y el desarrollo.

Hoy en día se reconoce en mayor medida la importancia que puede tener el comercio para la planificación económica estratégica.

Lo vemos aquí en Ginebra: ahora los países en desarrollo se encuentran entre los principales adalides de esta Organización.

Y lo veo también cuando visito esos países y observo los esfuerzos que están desplegando muchos de ellos para integrarse en mayor medida en el sistema mundial de comercio.

Creo que es muy significativo que, como determinó un reciente estudio de opinión, actualmente la opinión más positiva del comercio en todo el mundo la tengan los pueblos de África.

Por lo tanto, en el Informe no nos hemos contentado con argumentar que el comercio promueve el desarrollo.

Hemos aprovechado la ocasión para ahondar un poco más y examinar cómo ha evolucionado la relación entre el comercio y el desarrollo a lo largo del tiempo. Y, además, cómo comerciamos en la actualidad.

En el Informe se identifican las cuatro tendencias principales que, a nuestro entender, han modificado notablemente la relación entre el comercio y el desarrollo desde comienzos del milenio, así como la forma en que se desarrollan las relaciones comerciales a través de las fronteras.

En primer lugar, cabe señalar el auge del mundo en desarrollo en la economía mundial.

La mayor integración de muchos países en desarrollo en el sistema mundial de comercio ha llevado aparejado un rápido crecimiento económico. Ese crecimiento les ha permitido reducir el nivel de pobreza absoluta en que se encuentran sumidos millones de sus ciudadanos y mejorar la calidad de vida de muchas personas.

La segunda tendencia a que se pasa revista en el Informe es el papel cada vez mayor que tienen los países en desarrollo en las cadenas de valor mundiales, lo que les permite un acceso más fácil, y a un costo mucho menor, a las corrientes comerciales internacionales.

Actualmente corresponde a los países en desarrollo la mitad del comercio de productos intermedios -un parámetro estándar en el contexto de las cadenas de valor mundiales-. Y al comercio Sur-Sur le corresponde una cuarta parte.

Se ha demostrado que la participación en cadenas de valor mundiales va acompañada de un aumento del nivel de productividad y de ingresos.

Pero, naturalmente, el acceso a las cadenas de valor mundiales no es automático.

Muchos países tropiezan con diversas dificultades para aprovechar sus posibilidades de desarrollo; volveré sobre este punto en unos instantes.

La tercera tendencia es el aumento de los precios de los productos agropecuarios y los recursos naturales.

Esto ha reportado considerables beneficios a los países en desarrollo exportadores de productos básicos.

El precio más elevado de los productos agropecuarios reporta amplios beneficios a nivel del desarrollo porque el sector agropecuario emplea a más de la mitad de la población activa de los países en desarrollo.

La última tendencia que se examina en el Informe es el carácter cada vez más mundial de las crisis macroeconómicas como resultado de una mayor interconexión.

El comercio puede actuar como agente de transmisión de las crisis, pero también puede ser una fuente de diversificación. Y la existencia de normas multilaterales de comercio proporciona una importante salvaguardia.

En 2008, el mundo, pese a estar atravesando la mayor recesión económica desde el decenio de 1930, no experimentó una repetición del proteccionismo en gran escala que había tenido lugar en la Gran Depresión.

Esa clase de respuesta podría haber eliminado muchos de los beneficios económicos obtenidos por los países en desarrollo desde principios del milenio.

Pero, naturalmente, eso no fue lo que ocurrió. Y así se evitó el desastre.

El sistema basado en normas de la OMC y sus mecanismos de vigilancia de las políticas comerciales de los Miembros sirvieron de protección frente a un brote de proteccionismo.

De hecho, la existencia de la OMC ha permitido a los países en desarrollo aprovechar esas cuatro tendencias principales, adaptarse a ellas y mitigar los riesgos que plantean.

Eso se ha logrado:

  • permitiendo a los países contraer compromisos vinculantes que aumentan la certidumbre en relación con sus políticas comerciales,
  • aplicando normas que crean condiciones más equitativas (aunque todavía pueden hacerse mejoras en tal sentido), así como también un entorno más previsible para el comercio mundial,
  • proporcionando flexibilidades que permiten a los países en desarrollo contraer más fácilmente esa clase de compromisos,
  • prestando asistencia técnica para crear capacidad comercial en esas economías,
  • proporcionando un procedimiento para resolver diferencias de manera leal y abierta, y
  • sirviendo de foro para la negociación de nuevos compromisos y la actualización de las normas existentes.

Una conclusión muy importante es que la tasa de crecimiento, en los países que llevaron a cabo reformas sustanciales en el marco de su adhesión a la OMC, fue superior en un 2,5% aproximadamente en los años subsiguientes.

Así pues, los cambios económicos que hemos presenciado desde finales del decenio de 1990 ponen de relieve el hecho de que un sistema multilateral de comercio abierto, no discriminatorio y basado en normas es un instrumento necesario para lograr que el comercio funcione más eficazmente en pro del desarrollo.

Sin embargo, el desarrollo es un cuento de nunca acabar y aún quedan importantes desafíos por afrontar.

El ingreso medio per cápita de los países menos adelantados (PMA) equivale al 4% -tan solo el 4%- del de los países desarrollados.

Así pues, aunque muchas economías pobres han hecho importantes progresos durante el período abarcado por el Informe, queda aún mucho por hacer para cerrar la brecha en materia de desarrollo. Los beneficios que pueden reportar el comercio y las tendencias que he mencionado no deben darse por sentados.

Por ejemplo, aunque las cadenas de valor mundiales tienen, en general, un efecto positivo, también plantean desafíos reales para los países en desarrollo. Ascender en la cadena es difícil incluso para los países de ingresos medios; esto es lo que algunos han dado en llamar la "trampa de los ingresos medios". Pero, lo que es aún más fundamental, muchos PMA todavía tienen un largo trecho que recorrer antes de que puedan participar significativamente en las cadenas de valor.

El aumento de los precios de los productos básicos beneficia a los exportadores, pero también plantea un verdadero desafío a los importadores netos de alimentos, muchos de los cuales son PMA.

Aún queda mucho por hacer, especialmente en los países más pobres, para aprovechar plenamente su potencial agrícola.

La situación de la demanda mundial -apuntalada por la fuerte demanda de las economías emergentes- indica que los precios de los productos agropecuarios y los recursos naturales se mantendrán firmes en un futuro previsible. Pero siempre existe el riesgo de que se invierta la tendencia, y ya se observan indicios de ello en el sector de la energía.

Para lograr que los países exportadores de productos agrícolas y productos básicos del mundo en desarrollo sigan progresando, una posibilidad sería reducir los niveles de protección y las subvenciones a la agricultura.

En los últimos 20 años, buena parte de la energía invertida en las negociaciones comerciales se ha concentrado en las iniciativas comerciales bilaterales y regionales.

Pero esas iniciativas -aunque positivas- no permiten abordar de manera significativa el problema de las subvenciones a la agricultura, y menos aún otras muchas cuestiones horizontales.

Preferimos el enfoque multilateral. Es el mejor enfoque que tenemos.

Y de ahí la gran importancia del avance logrado en Bali el pasado mes de diciembre.

Los ministros de todos los países Miembros de la OMC dieron, por fin, un gran paso adelante en la tarea de actualizar las normas multilaterales al acordar por unanimidad el denominado Paquete de Bali.

Las 10 decisiones que integran el Paquete tienen importancia económica en sí mismas -en particular para los países en desarrollo-, pero juntas inauguraron además un nuevo capítulo en las negociaciones comerciales multilaterales.

En este sentido, el éxito logrado en Bali dio nuevo impulso a la celebración de negociaciones ulteriores. En efecto, sigue siendo posible modificar la situación.

Sin embargo, los Miembros de la OMC se enfrentan ahora al importante desafío de poner en práctica lo acordado.

Actualmente no tenemos una solución para superar el estancamiento en que se encuentran nuestras negociaciones. Estamos trabajando arduamente para encontrarla.

Sin embargo, como dije la semana pasada a todos los Miembros de la OMC, tenemos una responsabilidad ante quienes nos trajeron a Ginebra para que hallásemos los medios de continuar nuestra labor y seguir avanzando, mientras buscamos la forma de superar el estancamiento actual.

Y el Informe nos muestra que, si no logramos avanzar, los más perjudicados serán los habitantes del mundo en desarrollo.

Son ellos quienes más tienen que perder en materia de oportunidades desaprovechadas.

En los últimos años el comercio ha tenido una enorme repercusión en la vida de un sinnúmero de personas en los países en desarrollo, y es aún capaz de generar mayores beneficios en materia de desarrollo en el futuro.

La comunidad internacional tiene conciencia de que es necesario centrar la atención en el desarrollo de manera continuada y firme. Por eso está desplegando esfuerzos y movilizando recursos en apoyo de la agenda de las Naciones Unidas para el desarrollo después de 2015.

Y creo que en el Informe sobre el Comercio Mundial se hace hincapié en que el comercio debería ser un elemento central de la agenda y figurar entre los objetivos de desarrollo sostenible que se están examinando actualmente en Nueva York.

Así pues, el comercio y el sistema de comercio tienen mucho que ofrecer.

Desde luego, en los últimos años el crecimiento comercial ha sido lento, debido en gran medida al ritmo aletargado e irregular de la recuperación macroeconómica.

Según las previsiones actuales, en 2014, por tercer año consecutivo, la tasa de crecimiento comercial será inferior a la media. Y no cabe prever que la situación cambie en 2015.

Pero esta no es una situación que debamos aceptar sin más. Podemos hacer algo al respecto.

La desaceleración podría superarse en parte si acordásemos y aplicásemos acuerdos nuevos para apuntalar la integración comercial.

Como se muestra en el Informe, las reformas de las normas comerciales internacionales acordadas hace 20 años han desempeñado un importante papel en la expansión económica general que ha tenido lugar desde entonces.

Sin embargo, con el correr del tiempo, los beneficios en materia de productividad que reportaron esas reformas están desapareciendo gradualmente.

Estamos viviendo de la liberalización y las reformas del pasado.

Tenemos que actualizar las normas y poner en práctica una nueva generación de reformas comerciales, indispensables para el desarrollo.

El Informe muestra en qué forma ha contribuido el comercio al desarrollo, así como también que aún no se han aprovechado plenamente las posibilidades que brinda el comercio para apoyar el desarrollo.

Las nuevas tendencias que estamos viendo -y que ustedes verán en el Informe- indican que el comercio será un factor de gran importancia para el desarrollo en el siglo xxi.

Hagamos, pues, todo cuanto esté a nuestro alcance para velar por que así sea.

Muchas gracias por su atención.

 

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