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8 La OMC puede ... contribuir al medio ambiente y la salud

Una de las críticas que se suelen hacer al sistema de la OMC es que da prioridad al comercio, a costa de objetivos ambientales y humanitarios.

Eso no es cierto.

El comercio no es más que un medio para alcanzar un fin.  Nunca será más importante que la protección del medio ambiente o la mejora de la calidad de vida.  Lo que hacen los Acuerdos de la OMC es intentar que el comercio contribuya a lo que realmente nos importa, como un medio ambiente limpio y seguro, e impedir que los gobiernos utilicen esos objetivos como excusa para introducir medidas proteccionistas.

No siempre se entiende cómo se consigue esto.

Imaginemos, por ejemplo, una resolución sobre una diferencia de la OMC según la cual una medida concebida para proteger el medio ambiente es ilegal según las normas de la OMC.  A menudo se interpreta, erróneamente, que eso significa que la medida es ilegal porque va en contra del comercio.

En realidad, la resolución se limita a decir que la medida incumple las normas del comercio.  Lo más probable es que se trate de un caso de discriminación:  la medida es más estricta con los productos de algunos países que con los de otros, o es más estricta con los productos importados que con los nacionales.  Si la medida fuese tan estricta (o tan permisiva) con todos los productos, independientemente de su origen, sería legal.

Esa fue la base de la resolución en una diferencia jurídica sobre la gasolina sometida a la OMC en el decenio de 1990.  Y otro tanto sucedió en un caso sobre las importaciones de camarones y la protección de las tortugas marinas, cuando el Órgano de Apelación de la OMC insistió en que los Miembros de la OMC pueden y deben adoptar, y de hecho adoptan, medidas destinadas a proteger las especies en peligro de extinción y a proteger el medio ambiente de diferentes modos.

La importancia de esas preocupaciones se refleja en las normas.  El Acuerdo de Marrakech por el que se establece la Organización Mundial del Comercio incluye entre sus objetivos la utilización óptima de los recursos mundiales, el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente.

 “Las Partes en el presente Acuerdo [reconocen] que sus relaciones en la esfera de la actividad comercial y económica deben tender a elevar los niveles de vida, a lograr el pleno empleo y un volumen considerable y en constante aumento de ingresos reales y demanda efectiva y a acrecentar la producción y el comercio de bienes y servicios, permitiendo al mismo tiempo la utilización óptima de los recursos mundiales de conformidad con el objetivo de un desarrollo sostenible y procurando proteger y preservar el medio ambiente e incrementar los medios para hacerlo, de manera compatible con sus respectivas necesidades e intereses según los diferentes niveles de desarrollo económico…”

Preámbulo del Acuerdo
de Marrakech por el que se establece
la Organización Mundial del Comercio

Así lo demuestra toda una serie de disposiciones contenidas en las normas de la OMC que permiten a los países, por ejemplo, restringir el comercio para proteger la salud y la vida de las personas y de los animales o para preservar los vegetales y para conservar los recursos naturales agotables.  Permiten que se concedan subvenciones destinadas a proteger el medio ambiente.  Hay disposiciones de este tipo en normas de carácter general y en acuerdos específicos sobre las normas de productos, la inocuidad de los alimentos, la protección de la propiedad intelectual, etc.

Las reformas efectuadas conforme a las normas -como, la reducción de las ayudas a la industria y la agricultura- contribuyen a reducir los residuos y los daños al medio ambiente y fomentan una utilización eficiente de los recursos.

Lo mismo se aplica a la salud.  En este caso, la atención se ha centrado en las patentes de los productos farmacéuticos.  Todo el acuerdo sobre la propiedad intelectual (el Acuerdo sobre los ADPIC) gira en torno a la búsqueda de un equilibrio.  En el ámbito de la salud pública, protege los derechos de los inventores durante un período limitado con el fin de fomentar la investigación sobre tratamientos nuevos y más eficaces, pero también deja a los gobiernos un margen de maniobra para que los tratamientos sean asequibles.  Tanto el desarrollo de nuevos medicamentos como la relativa flexibilidad que se ofrece a los gobiernos contribuyen a mejorar la salud pública. 

Productos farmacéuticos El acuerdo de la OMC sobre la propiedad intelectual protege los derechos de los inventores y deja a los gobiernos margen para lograr que los tratamientos sean asequibles

Hay opiniones divergentes a la hora de determinar si este equilibrio es adecuado.  El consenso actual -incluida la modificación de las normas de 2003-, es resultado de un compromiso colectivo.  Entretanto, la OMC, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y la Organización Mundial de la Salud colaboran para encontrar la manera de coordinar mejor las políticas en materia de patentes y otras políticas de modo que contribuyan más a la causa de la salud pública.

Además está la cuestión de la inocuidad de los productos objeto de comercio.  Un acuerdo sobre la inocuidad de los alimentos y la sanidad animal y vegetal (medidas sanitarias y fitosanitarias) regula las medidas de los gobiernos sobre los contaminantes en los alimentos y la propagación de enfermedades, así como la manera de impedir que esto sirva de excusa para imponer medidas proteccionistas.  Otro acuerdo sobre obstáculos técnicos al comercio abarca cuestiones como el etiquetado de los alimentos y las normas sobre inocuidad de los productos.

Cuestiones más amplias y complejas, como la seguridad alimentaria, que se aborda en el Acuerdo sobre la Agricultura, también son importantes para la salud.  Por último, las resoluciones del sistema de solución de diferencias también han confirmado que los Acuerdos de la OMC dan prioridad a la salud y la inocuidad por encima del comercio, como se demostró por ejemplo en la resolución que confirmó una prohibición que afectaba a los productos de amianto.

Etiquetado de los productos La OMC tiene un acuerdo sobre obstáculos técnicos al comercio que abarca cuestiones como el etiquetado de los productos alimenticios

 

 

Otros puntos de vista

La mundialización no es una opción política, sino un hecho.  Pero todos nosotros hemos de elegir.  Podemos esforzarnos por modelar esas poderosas fuerzas de transformación en beneficio de nuestro pueblo o refugiarnos tras los muros de la protección y quedar rezagados en la economía mundial.  Para el siglo XXI debemos construir un sistema de comercio que haga honor a nuestros valores al brindarnos mayores oportunidades.  Debemos hacer más para asegurarnos de que esta nueva economía mejore el nivel de vida en el mundo y que el vigor de la competencia económica entre los países nunca se convierta en una carrera que vaya en detrimento de la protección del medio ambiente, la protección del consumidor y las normas del trabajo.  Debemos igualar por arriba y no por abajo.  Si no seguimos esta estrategia no podremos conseguir que la economía mundial cuente con el apoyo necesario de la opinión pública.  Los trabajadores sólo asumirán los riesgos de un mercado internacional libre si confían en que este sistema será beneficioso para ellos.

—Bill Clinton, Cincuentenario del sistema multilateral de comercio, Ginebra

 

La OMC, como todas las instituciones, tiene sus fallas. Pero las principales objeciones contra la OMC no pueden ser resueltas por la OMC misma, pues la tarea de la OMC es establecer reglas básicas para el comercio internacional; no está diseñada para perseguir otros objetivos sociales. Entonces, las dificultades no se relacionan tanto con la OMC, sino con la falta de instituciones de similar poder y eficacia que se centren en esos objetivos sociales. En efecto, el problema más fundamental del orden global de la actualidad es que la producción de bienes privados ha adquirido prioridad sobre el desarrollo social, es decir, el suministro de bienes públicos.

La OMC no sólo no está diseñada para tratar con la protección del ambiente, la seguridad alimenticia, los derechos humanos y los derechos laborales, sino que su modus operandi no es adecuado para el suministro de bienes públicos. La fuerza de la OMC se encuentra en su mecanismo para hacer cumplir las reglas, el cual los países están dispuestos a aceptar porque quieren obtener los beneficios del comercio. No lo aceptarán, sin embargo, en otras áreas .

— George Soros, “Arreglar, no hundir a la OMC, the WTO”, Project Syndicate

 

En los 50 años de existencia del GATT [Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio] hemos sin duda aprendido lo suficiente -a pesar de la exclusión de facto de muchos, muchos países en desarrollo- para perfeccionar enormemente la gestión del sistema de comercio mundial en beneficio mutuo de todas las naciones y los pueblos.  Creemos firmemente que la existencia del GATT, y ahora la de la Organización Mundial del Comercio, como sistema basado en normas, sienta los cimientos sobre los que pueden apoyarse nuestras deliberaciones para progresar.  Somos, no obstante, conscientes de que para hacer realidad las aspiraciones de todos se requiere un trabajo prudente.  La OMC nació precisamente como respuesta a la necesidad de establecer un entorno reglamentario, de supervisión y aplicación más eficaz para las inversiones y el comercio mundial que el que el GATT podía entonces ofrecer.  Sin embargo, ahora vemos que el éxito del sistema acordado en Marrakech en 1994 dependerá de la prudencia con que se aplique y se haga progresar.

—Nelson Mandela, Cincuentenario del sistema multilateral de comercio, Ginebra